Llegué a Barcelona, terra incognita, hace nueve años. Exploré sus calles y sus bares y recogí en mis cuadernos sus peculiaridades: dragones y gigantes; el vermut a la hora del aperitivo, la arquitectura modernista, playas y palmeras a lado del centro... Me acuerdo del día en que me sentí en casa, adaptada a la ciudad, viviendo su ritmo.
Llegué a Barcelona, terra incognita, hace nueve años. Exploré sus calles y sus bares y recogí en mis cuadernos sus peculiaridades: dragones y gigantes; el vermut a la hora del aperitivo, la arquitectura modernista, playas y palmeras a lado del centro... Me acuerdo del día en que me sentí en casa, adaptada a la ciudad, viviendo su ritmo. Luego fuí padre y consolidé aún más mis raíces en la capital catalana. Para mi esta colección es para ser hojeada como un paseo que ilustra mi nueva cotidianeidad, familiar y exótica a la vez